jueves, 14 de julio de 2011

Discusión Capital

Muchos aclaran, en su férrea condena -desmedida por cierto- a lo escrito por Fito Paez, que no votaron a Macri y que son “fans” del músico, en un intento de dotarla de máxima objetividad. Otros, en cambio, solo tildan de fascistas -demostrando total ignorancia de lo que implica esa definición- a unas líneas donde la palabra “asco” es repetida hasta el cansancio en los medios de comunicación y donde pareciera no tener importancia las restantes 480 palabras de la columna.
Pero no hubo eco de las xenófobas declaraciones del empresario cuando excusó su pésima gestión en construcción de viviendas acusando una “inmigración descontrolada”. Tampoco hubo eco en los, también xenófobos, dichos del cineasta cuando habló de las provincias pobres y su baja calidad de voto. ¿Qué pensará Pino ahora que la mayoría de la gente del estado más rico del país quiere al empresario como jefe de gobierno? Un escritor peruano-español puede subestimarnos a todos los argentinos y pese a su pobre capacidad de análisis de nuestra sociedad es recibido (por el establishment) como el mejor de los analistas políticos. Desde hace mucho tiempo ya se viene despotricando contra las movilizaciones sociales acudiendo a justificaciones tales como “por el chori y la coca”; tampoco se debatió esta estigmatización de los movimientos populares. Y sin entrar en detalle, las innumerables notas editoriales de los diarios hegemónicos, que desde hace 4 años vienen subestimando al 46% de la población por elegir a la actual presidenta; de esto tampoco se dice nada.
Pero resulta que un cantante, en un momento de tristeza, desilusión, o bronca, (vaya a saber uno qué sentimientos lo animó a escribir) escribe unas líneas, un diario lo publica, y produce este voraz intento de hacer de estas líneas la voz oficial de Filmus y del gobierno nacional generando esta avalancha de respuestas condenatorias con el único objetivo de dificultar la ya tan difícil remontada filmunista (o filmusista) y con la esperanza de restarle algún voto a la presidenta.

Ahora bien, ¿no darle importancia a la educación pública porque mandamos nuestros hijos a colegios privados, no es egoísmo?, ¿no darle importancia a la salud pública porque nos atendemos en clínicas privadas, no es egoísmo?, ¿no da asco que un gobierno haya gastado más dinero en publicidad oficial que en construcción de viviendas?, ¿votar a alguien procesado por la justicia, no es hipocresía?, ¿votar a un empresario (no emprendedor, sino dueño de empresas) que vino a “no hacer política”, que se pasea por programas de televisión vestigios de la era menemista con la condición de no hablar de política, en definitiva, votar a un político que no es político, no es una muestra clara del grado de apolitización (también vestigio menemista) que todavía mantiene la capital del país? No sé, me pregunto...