Du´a Khalil Aswad, una joven kurda iraquí de 17 años,
aparentemente se habría convertido al islam para casarse con su novio sunita
iraquí. Dicha decisión hará que una muchedumbre de hombres, ante la cómplice
mirada de un fuerza de seguridad local, la asesine a piedras y patadas por
semejante deshonra.
David Moreira, un joven rosarino de 18 años, le dijo a su
madre que ponga la pava para el mate que ya volvía. En el barrio rosarino de
Azcuénaga, unos vecinos creyeron identificarlo con el autor del robo de una
cartera a una joven y se lanzaron a su captura. Una vez capturado, le propiciaron
una golpiza que días más tarde le costaría la vida.
Para los asesinos iraquíes es un "crimen de
honor", para los asesinos argentinos es un acto de "justicia por mano
propia". Es menester notar la coherencia de los primeros en llamarlo
crimen (no así lo de honroso) y la incoherencia de los segundos en llamarlo
justicia. El hecho de matar a patadas a una persona (ya reducida o
neutralizada) no es otra cosa que un delito, tipificado en nuestro código penal
como homicidio agravado por alevosía y ensañamiento.
Volvamos un poco en el tiempo. En los últimos meses se
instaló en la agenda pública la modificación y unificación del código penal; necesaria
por donde se la mire (es un código que tiene casi 100 años y que sufrió a lo
largo de todo este tiempo más de 900 modificaciones). El Pro, encabezado por el hijo de empresario y
jefe de gobierno Mauricio Macri, y una desorientada UCR, en una situación tan
paradójica como irracional, se opusieron a que se debata el ante proyecto del
cual fueron parte activa en su formación. El diputado Gil Laavedra, traicionado
por su propio partido, fue claro al respecto e hizo saber que la UCR había
tomado esa decisión únicamente con fines electoralistas. Teniendo entre ceja y
ceja las elecciones del año próximo, lo importante es pagar el menor costo político
posible. El país puede esperar. El
Frente Renovador fue más allá y propuso juntar firmas para impedir que se
cambie el código penal actual. No importa que la Constitución Nacional y la ley
impidan la iniciativa popular en materia penal. En su negación a tener un
debate, instalaron en su lugar el tema de la inseguridad con consignas banales
como "es una puerta giratoria para los delincuentes" o "Videla
con el nuevo código estaría libre". Su tamaña ignorancia en el tema solo
es superada por su oportunismo berreta y demagogia perversa.
Acostumbrados a repetir hasta el hartazgo un hecho de
inseguridad durante todo el día como si fueran varios o a presentar como
especialistas en la materia a familiares de víctimas de inseguridad
aprovechando su entendible dolor y desesperación, los medios hegemónicos cual mercaderes
de odio y miedo, instalan una sensación de estado de naturaleza hobbesiano en
la que el imperio de la ley y el derecho brillan por su ausencia.
Solo se necesita una determinada cuota de miedo y/u odio
para despertar nuestros instintos más salvajes (si acaso los tuviésemos) y
patear en la cabeza a una persona que yace inconsciente en el suelo o alentar a
que lo maten. Si además, el candidato más protegido y promocionado por los
medios hegemónicos, el diputado Sergio Massa lanza una campaña para que
"el que las hace las pague", el caldo de cultivo para aberrante
accionar se completa. Su posterior tibio repudio, no es más que otro acto demagógico;
su intento de justificación, una gran irresponsabilidad.