jueves, 10 de abril de 2014

Linchamientos


Du´a Khalil Aswad, una joven kurda iraquí de 17 años, aparentemente se habría convertido al islam para casarse con su novio sunita iraquí. Dicha decisión hará que una muchedumbre de hombres, ante la cómplice mirada de un fuerza de seguridad local, la asesine a piedras y patadas por semejante deshonra.

David Moreira, un joven rosarino de 18 años, le dijo a su madre que ponga la pava para el mate que ya volvía. En el barrio rosarino de Azcuénaga, unos vecinos creyeron identificarlo con el autor del robo de una cartera a una joven y se lanzaron a su captura. Una vez capturado, le propiciaron una golpiza que días más tarde le costaría la vida.

Para los asesinos iraquíes es un "crimen de honor", para los asesinos argentinos es un acto de "justicia por mano propia". Es menester notar la coherencia de los primeros en llamarlo crimen (no así lo de honroso) y la incoherencia de los segundos en llamarlo justicia. El hecho de matar a patadas a una persona (ya reducida o neutralizada) no es otra cosa que un delito, tipificado en nuestro código penal como homicidio agravado por alevosía y ensañamiento.

Volvamos un poco en el tiempo. En los últimos meses se instaló en la agenda pública la modificación y unificación del código penal; necesaria por donde se la mire (es un código que tiene casi 100 años y que sufrió a lo largo de todo este tiempo más de 900 modificaciones).  El Pro, encabezado por el hijo de empresario y jefe de gobierno Mauricio Macri, y una desorientada UCR, en una situación tan paradójica como irracional, se opusieron a que se debata el ante proyecto del cual fueron parte activa en su formación. El diputado Gil Laavedra, traicionado por su propio partido, fue claro al respecto e hizo saber que la UCR había tomado esa decisión únicamente con fines electoralistas. Teniendo entre ceja y ceja las elecciones del año próximo, lo importante es pagar el menor costo político posible. El país puede esperar.  El Frente Renovador fue más allá y propuso juntar firmas para impedir que se cambie el código penal actual. No importa que la Constitución Nacional y la ley impidan la iniciativa popular en materia penal. En su negación a tener un debate, instalaron en su lugar el tema de la inseguridad con consignas banales como "es una puerta giratoria para los delincuentes" o "Videla con el nuevo código estaría libre". Su tamaña ignorancia en el tema solo es superada por su oportunismo berreta y demagogia perversa.

Acostumbrados a repetir hasta el hartazgo un hecho de inseguridad durante todo el día como si fueran varios o a presentar como especialistas en la materia a familiares de víctimas de inseguridad aprovechando su entendible dolor y desesperación, los medios hegemónicos cual mercaderes de odio y miedo, instalan una sensación de estado de naturaleza hobbesiano en la que el imperio de la ley y el derecho brillan por su ausencia.

Solo se necesita una determinada cuota de miedo y/u odio para despertar nuestros instintos más salvajes (si acaso los tuviésemos) y patear en la cabeza a una persona que yace inconsciente en el suelo o alentar a que lo maten. Si además, el candidato más protegido y promocionado por los medios hegemónicos, el diputado Sergio Massa lanza una campaña para que "el que las hace las pague", el caldo de cultivo para aberrante accionar se completa. Su posterior tibio repudio, no es más que otro acto demagógico; su intento de justificación, una gran irresponsabilidad.

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